DA COLL IVAR

Title:CHIGÜIRO SE VA...
Subject:FICTION Scarica il testo


Ivar Da Coll

CHIGÜIRO SE VA...



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Una día Chigüiro hizo cosas que disgustaron a Ata, y Ata se molestó tanto que lo regañó.
Entonces Chigüiro le dijo:
- Me voy lejos, a donde nadie me regañe.
Tomó sus cosas, las metió entre una bolsa, y se fue sin decir nada más.
Caminó, caminó y caminó hasta que llegó a la casa de Vaca.
- Hola, Vaca -le dijo.
- Hola, Chigüiro -le contestó Vaca. Vaca estaba cortando flores y Chigüiro quiso ayudarle.
Cortaron margaritas, rosas, azucenas, hortensias y claveles. Después Chigüiro le dijo:
- ¡Qué bien se está a tu lado! Tú no me regañas como Ata. ¿Podría quedarme contigo?
- Está bien -contestó Vaca.
- Pero tengo hambre, mucha hambre -dijo Chigüiro.
Entonces Vaca, que también tenía hambre, hizo una tortilla de hierba que a Chigüiro le pareció horrible.
- ¡Qué fea está! Prefiero la tortilla de queso que prepara Ata. ¿Podrías hacerme una tortilla de queso?
Pero Vaca no sabía hacer tortillas de queso, así que Chigüiro le dijo:
- Me voy lejos, a donde me den tortilla de queso.
Y Chigüiro se fue sin decir nada más.
Caminó, caminó y caminó hasta que llegó a la casa de Tortuga.
- Hola, Tortuga -le dijo Chigüiro.
- Hola, Chigüiro -contestó ella.
Tortuga tenía puesto un sombrero de paja y estaba tomando limonada y comiendo hojitas de lechuga fresca mojadas en vinagreta.
Entonces invitó a Chigüiro a sentarse y le sirvió limonada y lechuga.
Después de un rato, Chigüiro le dijo:
- ¡Qué bien se está a tu lado! Tú no me regañas como Ata y no comes cosas horribles como Vaca. ¿Podría quedarme contigo?
- Está bien -contestó Tortuga.
- Pero quiero escuchar un cuento. ¿Podrías contarme uno?
Tortuga se acomodó y comenzó la historia:
- Había una vez... había una vez... había una vez... ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! No me acuerdo bien... -decía mientras bostezaba-. Había una vez, había una vez...
Entonces Chigüiro le dijo:
- Tú no sabes contar historias como las que cuenta Ata. Me voy lejos, a donde sepan contar cuentos.
Y Chigüiro se fue sin decir nada más.
Caminó, caminó y caminó hasta que llegó a casa de Tío Oso, que estaba meciéndose en su hamaca.
- Hola, Tío Oso -dijo Chigüiro.
- Hola, Chigüiro -le contestó. Tío Oso estaba rascándose la panza y comiendo miel de un jarro.
Tío Oso invitó a Chigüiro a que se subiera a la hamaca y le contó un cuento tras otro.
Entonces Chigüiro le dijo:
- ¡Qué bien se está a tu lado, Tío Oso! Tú no me regañas como Ata, no comes cosas horribles como
Vaca y no se te olvidan los cuentos como a Tortuga.
¿Podría quedarme contigo?
- Está bien -contestó Tío Oso.
- Pero tengo sueño y estoy cansado porque he caminado mucho -dijo Chigüiro.
Se subió a la hamaca, pero era muy pequeña para los dos. Los bigotes de Tío Oso le hacían cosquillas y
sus ronquidos no lo dejaban dormir.
Entonces Chigüiro le dijo:
- Tu hamaca es muy incómoda; no es como la cama de Ata. Me voy lejos, a donde tengan camas cómodas.
Cuando Tío Oso vio que Chigüiro se marchaba, le dijo:
- La casa que buscas está cerca de aquí. Vete por ese camino y la encontrarás.
Y Chigüiro hizo tal cual le decía Tío Oso.
Caminó, caminó y caminó hasta que llegó a una casa. Llamó a la puerta y...
¿quién le abrió? ¡Pues Ata!
¡Nadie más y nadie menos que Ata!
- Hola, señora -dijo Chigüiro.
- Hola, señor -contestó Ata.
Ata estaba haciendo una tortilla de queso e invitó a Chigüiro a comer. Luego le contó una historia y otra, y otra, y después lo acostó en su cama, que era calientita y blanda.
Entonces Chigüiro le dijo:
- ¡Qué bien se está a tu lado, Ata! Cocinas delicioso... Sabes contar historias... Y tu cama es calientita... ¿podría quedarme contigo?
- ¡Claro que puedes! -le respondió Ata.
Y besando a Chigüiro, lo cubrió con las cobijas y lo acompañó hasta que se quedó profundamente dormido.




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