ANÓNIMO

Title:LEYENDAS, CUENTOS Y RELATOS IMAGINARIOS
Subject:FOLKLORE Scarica il testo


LEYENDAS, CUENTOS Y RELATOS IMAGINARIOS


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índice:

- Mediopollo
- La niña prudente
- La palomita
- El camino del cielo
- La flor del lirolay
- Leyendas de San Francisco Solano El pan
- Río Hondo
- La Virgen del Valle
- La Cruz de los milagros
- El cerro del Morro


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MEDIOPOLLO
Ésta era una viejecita que vivía sola en el campo. Tenía como único haber una gallina que ponía todos los días un huevo. Cuando juntó trece huevos, se los llevó a una comadre vecina para que los hiciera empollar, y convinieron en que se repartirían por igual los pollos que nacieran.
La comadre tenía una clueca y le echó los huevos diciendo:
-Padre mío San Salvador,
que salgan todas pollitas y un solo cantor.
Nacieron doce pollas y un solo gallito.
Cuando se hizo el reparto, se separaron seis pollas para cada viejecita, y no sabiendo qué hacer con el pollo, determinaron partirlo por la mitad. La dueña de la clueca comió la que le correspondía, pero la viejecita de los huevos curó la suya, consiguió que siguiera viviendo, y tuvo así un medio pollo. Mediopollo creció fuerte y sano. Era muy cariñoso y andaba siempre detrás de la viejecita llamándola con su pío, pío, pío, pío. Queriendo ayudarle en su pobreza, le pidió permiso para salir a rodar tierra -expresión de la lengua rural argentina usada particularmente en los cuentos y que tiene el significado de "correr mundo"- prometiéndole volver cuando hubiera ganado algún dinero. La viejecita, afligida, le dijo:
- Pero, hijito, eres tan chiquito, ¿dónde irás?. Te van a comer los animales dañinos.
- NO, mamita, no me pasará nada, yo sé defenderme, - le contestaba Mediopollo tratando de convencerla.
La viejecita llorosa le echó la bendición, y lo despidió rogando a Dios que lo ayudara.
Mediopollo se marchó saltando con su única patita.
Había andado un buen rato cuando se le apareció una iguana y le dijo:
- Hola!, Mediopollo, te voy a comer.
- No me comas, -le contestó el Mediopollo- que voy a rodar tierra y a ganarme la vida.
- Entonces, llévame, -le propuso la iguana.
- ¿Cómo puedo llevarte yo, tan chiquito?, -le contestó.
- Pues te como si no lo haces, -le replicó la iguana.
Mediopollo aceptó y le dijo:
- Éntrate por piquito y tráncate con un palito.
Así lo hizo la iguana y Mediopollo marchó con ella dentro.
Más adelante lo paró un zorro, y hablaron así:
- ¡Hola!, Mediopollo, estaba afilando mis dientes para comerte.
- Cómo me vas a comer, zorro, si voy a rodar tierra y a ganar algunas monedas para mi mamita.
- Llévame, entonces.
- ¡Cómo te llevaré siendo yo tan chiquito?
- Si no me llevas te como.
-Éntrate por mi piquito y tráncate con un palito.
De este modo también llevó dentro al zorro.
En una vuelta del camino se encontró con un león flaco que andaba con mucha hambre y que, haciéndolo parara, le dijo:- Acércate, Mediopollo, que tengo que decirte un secreto.
- No me acerco -le contestó el Mediopollo-, tú me quieres comer. Déjame que voy a rodar tierra y a ganar dinero para mi mamita que es muy pobre.
-¿Puede llevarme contigo?
-¿Cómo podré llevarte?
- Llévame, si no te como, -dijo ásperamente el león.
-Éntrate por mi piquito y tráncate con un palito.
Y siguió, cargando con el león.
Después de un rato de viaje, se le apareció de improviso el tigre y sostuvieron un diálogo animado:
-¡Adónde vas, Mediopollo?
-Voy a rodar tierra y a ganar dinero para ayudar a mi mamita.
-Llévame.
-¿Cómo podré llevarte?
-Te comeré si no me llevas.
-éntrate por mi piquito y tráncate con un palito.
Marchaba Mediopollo con todos sus acompañantes en el buche, cuando un río crecido le atajó el camino, y hablaron así:
-¿Adónde vas, Mediopollo?
-Voy a rodar tierra y a ganar unos pesitos para mi mamita.
-Llévame.
-¿Cómo podré llevarte?
-Si no me llevas te ahogo.
-Éntrate por mi piquito y tráncate con un palito.
El río se dejó beber por el Mediopollo.
Después de algunos días de marcha, el Mediopollo llegó a pedir trabajo al palacio del Rey que, al verlo, sintió lástima y lo hizo alojar en el granero.
Al día siguiente cuando vió que Mediopollo se había tragado casi todo el trigo, el Rey, enojado, mandó que lo echaran en el gallinero para que lo mataran las gallinas y los gallos. Estos, al ver la rara figura de Mediopollo, comenzaron a darle tremendos picotazos, pero él largó la iguana y el zorro; mientras la una se comía todos los huevos, el otro se dió un banquete de gallinas gordas.
Mayor fué el disgusto del Rey al encontrar la gallinero vacío, y ordenó que echaran a Mediopollo en el corral de las vacas.
Hubiera muerto Mediopollo bajo las pezuñas de las vacas, si no hubiera hecho salir al momento al león que las mató y las comió todas.
Más enfadado aún, el Rey mandó echar a Mediopollo en el corral de los potros, pero, asustado por los cascos movedizos de los potros, mediopollo largó al tigre, que no dejó ninguno vivo.
El Rey enfurecido, quiso castigar a Mediopollo con la mayor crueldad y ordenó que calentaran un horno enorme que tenía en el palacio. Obedecieron los criados y echaron a Mediopollo al fondo del horno en llamas, pero en ese mismo momento, él largó el río crecido que no sólo apagó el fuego y enfrió al horno, sino que comenzó a inundar al palacio.
El Rey, su familia y sus servidores huyeron temerosos de morir ahogados, y dejaron así a Mediopollo dueño del palacio de grandes y de grandes riquezas.
Se celebró el acontecimiento con un gran banquete, después del cual los buenos amigos de Mediopollo se retiraron a vivir en el campo.
Mediopollo rico, mandó a buscar inmediatamente a su mamita, y en aquel lujoso palacio vivieron años y años contentos y rodeados de comodidades.
Y un burrito pasó por ahí y le dejó un atado de maíz.
Y fué por un caminito y encontró un zapato rotopara que Ud. me cuente otro.

Redactamos este cuento sobre las versiones enviadas por las Sras. Agustina I. de Alvarado y Rosa D. de Vanotti, de las provincias de Buenos Aires, y Salta respectivamente, y otra recogida por nosotros en San Luis. También se han consultado las enviadas por el Sr. Plácido Romero ("El gallito de las patas de oro"), de La Rioja, y la Srta. Rosa Azcoaga ("El gallo pelado"), de Tucumán. El tema, en su variante de "El gallo pelado", tiene gran extensión en el país.LA PALOMITA

Había una vez una niña, hija única,, y la más bonita de la comarca. Era hacendosa pero desobediente.
Ayudaba a su madre en los quehaceres de la casa y el resto del día jugaba con sus muñecas, a las que quería muchísimo. Las muñecas eran de trapo como son generalmente las de las niñas campesinas; hechas unas por ella, otras por la madre.
Sus padres le prohibían siempre que se alejara de la casa, porque el campo tiene muchos peligros para los niños que andan solos, pero siempre los desoía y se internaba en el monte. Entre los matorrales hacía la casa de sus muñecas, y durante horas y horas permanecía en un mundo diminuto que ella animaba con su imaginación.
Un día, un jote descendió hasta el matorral y le arrebató la más hermosa de sus muñecas. Llevándola en el pico se posó en un árbol cercano. La niña, asombrada, tuvo la esperanza de que soltaría la muñeca y corrió a su lado, pero el jote levantó el vuelo y volvió a posarse cerca, como esperándola. Y así, volando el ave de trecho en trecho y la niña corriendo en su busca, pasó todo el día. Al anochecer, el jote soltó su presa y desapareció. La niña abrazó llorando a su hijita rescatada, y entonces se dió cuenta de todo lo que había andado, de su soledad y del peligro que corría. Quiso volver, pero estaba desorientada y todos los rumbos le parecieron equivocados. Su terror se ahondó con la obscuridad de la noche y los gritos de los animales salvajes. Se trepó a un árbol y allí esperó el amanecer. Con el alba emprendió la marcha. Caminó todo el día, volvió a pasar la noche en un árbol, y con las primeras luces continuó marchando a la ventura. Ya creía morir de hambre y sed, cuando a lo lejos vió humo y se encaminó en esa dirección. Pronto llegó a un ranchito que encontró solo. Llena de temores penetró en la cocinita: en un gran tinaja había agua fresca; en el fuego, hecho en el suelo, hervía una ollita de locro. Bebió y comió. Reanimada, pasó a la humilde habitación contigua y vió allí dos baúles, dos sillas y dos camas iguales.
La niña barrió el ranchito, echó leña al fuego, espesó el locro, tendió las camas y se acostó a descansar en una.
A mediodía, voces que se acercaban, la sobresaltaron. Buscó a su alrededor dónde esconderse, y no hallando otro lugar, dió vueltas una batea ...